La iglesia tiene dos oficios de liderazgo: los pastores y los diáconos. Las Escrituras se dirigen al primer oficio con términos de “anciano”, “obispo” y “pastor”. La responsabilidad del pastor es servir a la iglesia guiándola, enseñando y vigilando su trabajo. La responsabilidad de los diáconos es servir a la familia de la iglesia a través de la asistencia con cuidado y la provisión cuando haya necesidades especiales (Hechos 6, 1-7; 1ª de Timoteo 3, 1-13; Tito 1, 6-9; 1ª de Pedro 5, 1-4)
“Porque es necesario que el obispo sea irreprensible, como administrador de Dios; no soberbio, no iracundo, no dado al vino, no pendenciero, no codicioso de ganancias deshonestas,” Tito 1, 7
“Los diáconos asimismo deben ser honestos, sin doblez, no dados a mucho vino, no codiciosos de ganancias deshonestas;” 1ª de Timoteo 3, 8